Noticias

Realmente, ¿comemos plástico?
5 noviembre 2021
Según datos de Greenpeace, en los últimos diez años hemos producido más plástico que en toda la historia de la humanidad. Los productos que utilizamos están hechos de plástico en su totalidad o en parte, lo que genera un problema medioambiental creciente cuando va a parar como residuo a la basura debido a que tiene una durabilidad media antes de degradarse por completo. Se estima que para el año 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Se han encontrado fibras plásticas tanto en el polo norte como en el polo sur.
Además, un inconveniente añadido es que los plásticos actuales dependen para su fabricación de una fuente fósil. Según las Naciones Unidas, el plástico representa hasta el 90% de todos los contaminantes en nuestros océanos. El problema es que todavía no existen alternativas respetuosas con el medio ambiente que puedan sustituirlo en el corto plazo.
Los microplásticos (piezas de plástico que miden menos de cinco milímetros de ancho) se pueden formar al desprenderse de plásticos más grandes que se han fragmentado con el tiempo o al ser elaborados intencionalmente como componentes de productos como pinturas, productos de limpieza, pesticidas, cosmética, etc.
Estas pequeñas partículas de plástico son colonizadas por microorganismos, incluyendo patógenos, que alteran las cadenas tróficas, los ciclos de nutrientes y el equilibrio de los ecosistemas acuáticos. Sabemos desde hace años que los microplásticos son problemáticos, pero cada vez más estudios siguen enfatizando el impacto que tienen en el medio ambiente y nuestra salud.
Los microplásticos son extremadamente persistentes, lo que significa que es casi imposible eliminarlos del entorno donde se acumulan. Debido a su persistencia y a los productos químicos de los que están hechos, los estudios sugieren que pueden ser muy perjudiciales para los organismos con los que entran en contacto y tienden a facilitar la transferencia de contaminantes a lo largo de la cadena alimentaria, con consecuencias potencialmente graves para la salud humana.
Por tanto, la respuesta a la pregunta que nos planteamos en el titular es afirmativa. Sí existen restos de plásticos en los alimentos que ingerimos. Es frecuente encontrar plástico en el tracto digestivo del zooplancton y peces. Pero también en la sal marina, la miel, el agua del grifo, el pan, la cerveza y probablemente en otros alimentos que ingerimos.
Los científicos han advertido que la situación está fuera de control. Han encontrado microplásticos prácticamente en todos los lugares donde los han buscado: en las montañas, en el océano, en el hielo marino del Ártico y en nuestro aire, agua potable y cuerpos.
En Canarias se ha acreditado recientemente la presencia de microfragmentos de plástico en la columna de agua más allá de los 20 metros de profundidad. Han encontrado microplásticos a lo largo de toda una capa de agua de hasta un kilómetro de espesor.
Si bien cada vez hay más concienciación en nuestra sociedad sobre estos temas, hay que tomar decisiones y actuar rápido. No queda mucho tiempo.